CUARENTENA DÍA XVIII: Monte Tabor
Escalo, espero el Monte Tabor
un lugar donde plantar mi tienda.
De aquí, no me moveré,
mientras acampes conmigo.
Formidable transfiguración de la luz,
un discípulo caminaba en tinieblas,
ya nunca más el silencio ahoga.
Desde esta gloriosa apoteosis
tu voz en frecuencia modulada:
¡Al tercer día, resucitaré!
aún retumba en mis tímpanos desgajados.
Poco antes nos hirió el indeseable perfume
del dolor pasar a nuestra vera,
tus palabras entreveradas
¿cuántos desiertos no auguran?
No termino de entender
estas dobles lecturas,
algunas veces me siento frágil
golpeo a tu puerta: ¡abre!,
aparta la nube y desciende,
indícame el sendero a la cúspide.
Quiero anegarme en Tu voz,
en la cima donde conviven,
al menos, cien oscuridades,
mi corazón ha de intuir el clamor,
de los profetas clamando en baldío.
¡Qué bien se está aquí!
Hagamos tres tiendas,
cúbrete de resplandor y de gloria.
Después, te lo suplico,
no me obligues al silencio.
Mi transfiguración, ese día,
será un grito. Allá arriba.
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