domingo, 7 de mayo de 2017

IMÁGENES: ANCIANA CHINA EN EL TEMPLO DEL CIELO (I)

Hasta que no fui al Extremo Oriente nunca me había interesado especialmente China. Tenía más querencia por los países de América Latina. Y en 1990, justamente un año después de la Revolución de Tiananmén, tuve la oportunidad de visitar Pekín. Todavía era una ciudad poco desarrollada, nada que ver con la actual. Estaba empezando a surgir, no de la nada, porque histórica y científicamente, aunque desconocida en Occidente, tenía una extraordinaria historia. Posiblemente, una de las culturas más avanzadas del mundo en muchos momentos de su existencia. Por algo China significa en su propia lengua el “centro del mundo”. 

Las injerencias de las potencias coloniales occidentales a finales del XIX, más las guerras intestinas, la II Guerra Mundial y, finalmente, la revolución maoísta arrasaron el país. Pero debajo estaba el sustrato de la tradición de siglos, el “peligro amarillo” tenía un potencial enorme en la masa de la población y en la diligencia oriental y, desde luego, la china. Como se ha visto posteriormente. En 1990 no había muchos vehículos, aunque la contaminación ya comenzaba a notarse. Las bicicletas, en los escasos semáforos, se contaban por cientos. En los “hutong”, al lado de la mismísima Ciudad Prohibida, todavía había calles sin asfaltar y aunque no se veían mendigos en las calles, se advertía un nivel de pobreza considerable. Todo cambiaría en apenas 10 o 15 años. Si se tiene en cuenta que el cambio ha afectado a millones de personas, la proeza económica, por no hablar de la destreza política para llegar hasta donde han llegado, no deja de ser admirable. 

Entre las maravillas arquitectónicas, el Templo del Cielo es único por su monumentalidad y su relativo aislamiento en medio de la ciudad. En la también muy conocida tradición oriental, no sólo de cuidado, sino máximo respeto por los ancianos. No sólo por la edad, también porque su experiencia y sabiduría son inconmensurables. De hecho, los cumpleaños no tienen, quizá no tenían tanta importancia, hasta que no se cumplen los 60 años (en 2016 más de 220 millones de chinos han superado esa edad). Cuanto más viejo, más regalos y más grande es la fiesta. En signo de respeto, en lugar de “señor”, se le antepone la palabra “anciano”... 

Así que cuando ví al que supuse era el hijo empujando con cuidado y cariño una peculiar silla de ruedas, elaborada artesanalmente, en el patio del Templo del Cielo, con su madre en ella, me acordé de uno de los numerosos proverbios chinos sobre los ancianos: “Los ancianos tiene tanto conocimiento y experiencia como raíces tienen los árboles” 

"Love is this / your son pushing your wheelchair / if not, what else?"

[Templo del Cielo, Pekín, Nikon FE, Agosto 1990]