lunes, 12 de mayo de 2014

LAS PALMAS DE LOS JAPONESES (2 de 2)

La nariz de Tengu
De los dedos a las palmas. Si aquí, cuando desconocemos un asunto o queremos manifestar que estamos reflexionando sobre algo que no sabemos, tenemos la tendencia a rascarnos la cabeza, a veces la frente, en el País del Sol Naciente se dice lo mismo colocando la palma de la mano entre la nuca y el cuello, como si estuviéramos cansados. Con sólo colocar la mano por debajo del cráneo ya manifestamos ignorancia. Gesto que se acompaña de una ligera inclinación de la cabeza, mirando al suelo. Si un japonés (o japonesa) evita mirar a las pupilas del otro para decirle “te quiero”, cúanto más para decir, no tengo ni la más remota idea.

En tercero de bachillerato tenía un profesor de inglés que nos aterrorizaba contando historias de alienígenas, inglés no recuerdo que aprendiéramos mucho. Nos producía no poco pavor cuando desde el estrado señalaba a alguno de los alumnos para que fuéramos a escribir “This is a pencil” en el pizarrón. Lo hacía poniendo bien tieso el índice y flexionándolo repetidas veces. Un nipón jamás hubiera acudido a su llamada. Ellos prefieren poner el brazo a media altura, la palma hacia abajo y moverla con ligeros movimientos de la muñeca. “Kiite kudasai”.

La explicación del puño derecho cerrado delante de la nariz, como si fuera una prolongación de la misma se usa para referir que alguien es muy fanfarrón, chulo. No tiene paralelo en el lenguaje corporal occidental puesto que hace a Tengu, una figura mítica del sintoísmo, un can de origen celestial que aparece en el folklore, como guardián de los templos y en numerosas narraciones literarias. También, por ejemplo, en la película de Keanu Reeves “47 Ronin”. Efectivamente las esculturas lucen una gigantesca napia. Equivaldría a alguien que tiene las narices de nuestro Pinochio, pero no por las mentiras, o no sólo por eso. También por su chulería.

Será por estar en la otra esquina del mundo, pero cuando usan la palma, los dedos de la mano para contar, no lo hacen como nosotros. Comenzamos con el puño cerrado y vamos abriendo los dedos, a medida que sumamos. Como lo hacen al contrario, comienzan con la palma abierta y van cerrando los dedos: uno, cierran el pulgar, dos, retraen el corazón, etcétera, al principio resulta ligeramente desconcertante.

Entre las expresiones más gráficas, está la de llamar a alguien, mejor dicho, describirlo como pelotero, lameculos o similar. Para ello, abrimos la palma de la mano izquierda y con el puño cerrado de la derecha sobre ella, hacemos un movimiento de molinillo con éste, girando y girando sobre la otra palma, como si estuviéramos haciendo polvo algo. Posiblemente se refiere a que alguien le convence a su jefe, a su jefa, a alguien con autoridad a fuerza insistir, de “comerle el coco”. Digamos que es una expresión bastante más elegante,  ligeramente menos grosera que la española.

Por ser los japoneses, tan educados y corteses, quizá una de las expresiones corporales que resulta más común de observar es la de pedir perdón por avanzar en el espacio físico que ocupa otra persona: al entrar en el vagón del metro o al salir de una tienda. Abrimos la palma, extendemos ligeramente el brazo y echamos a andar mientras hacemos gestos como si estuviéramos cortando una tarta o algo similar. “Goménasai, goménasai”. Que después des empujones, trastabilles a alguien ya no tiene tanta importancia, lo esencial es que hayas pedido disculpas de esa manera tan gráfica.


Para terminar, un gesto que hace falta pensárselo antes de realizarlo. Ni pulgar para arriba, ni configurar la letra o con el índice y el pulgar para decir que algo está bien, el “all right” anglosajón. Los nipones elevan los brazos por encima de la cabeza, hasta formar una especie de triángulo con las palmas bien juntitas por encima de ella. Imagina, en una reunión de empresa, en una oficina como les gustan a ellos, 200 empleados en la misma sala, de pie delante de sus mesas, levantando los brazos por encima de sus cabezas. Bueno, quizá alguno prefiera abrir la palma de la mano y frotarla con el puño de la derecha. Venga aquí Tanaka-san, queda usted ascendido a subdirector.

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