miércoles, 14 de junio de 2017

IMÁGENES: EL PLATO DE MIJO (VII)

Afortunadamente, el trasfondo socieconómico de la imagen es menos dramática de lo que parece. Está tomada en un pueblo del noroeste de Mali, en el País Dogón, denominado, Tabitongo, literalmente, “el pueblo que está en la ladera”. En realidad, corresponde a una fiesta, tras la inauguración del dispensario-maternidad y un pozo financiado por la Fundación Polaris World. Toda esta explicación no cancela de un plumazo la dureza de la vida en estos parajes donde el sistema de seguridad alimentaria está bastante consolidado. 

Dicho de otro modo, no sobra nada, hay una pobreza extrema pero en aquella época (2010), parece que sigue siendo igual, no muere la gente de hambre como en otras partes de África. Las manos son todas de niñas que, uniformadas con las camisetas azules de un equipo de fútbol, supongo que donadas por alguna ONG, habían formado parte del comité de bienvenida a los visitantes españoles. La algarabía, la música, los cánticos y los discursos habían durado más de tres horas, así que también ellas tenían apetito. El extraordinario sentido comunitario, incólume en muchas regiones africanas y, más concretamente en Mali, se manifiesta de mil maneras y como no podía ser de otra manera, también en las celebraciones comunitarias, incluidas las comidas. Las adolescentes están dando buena cuenta del plato de mijo, el cereal más común, casi el único, que se cultiva en esta zona de África. 

Sin agua, otro problema gravísimo en esta zona del África subsahariana, y sin mijo sería imposible la vida de subsistencia, y resistencia, que los dogones llevan con entereza y energía. Una etnia cuya identidad cultural es sumamente interesante. En el pueblo, de unos 800 habitantes coexisten y sobreviven en condiciones extremas, pacíficamente, cristianos, islamistas y animistas. Para llegar a la aldea se recorren 30 kilómetros por una pista infame, además de intransitable en época de lluvias. Hasta la construcción del dispensario, los enfermos más graves eran transportados en bicicleta. 

La imagen, en comparación con el complejo entorno en el que viven realmente las adolescentes, refleja una composición banal. La hice porque me gustó el dramatismo de las manos apurando el mijo y el contraste con la fuente redonda y semivacía. No muestra la lucha diaria por la supervivencia, la necesaria mejora de las infraestructuras, aunque sean elementales, escolares y sanitarias para evitar que los jóvenes inicien una dramática aventura de emigración a la capital o, peor aún, a las costas del sur de Europa. La cual suele acabar muchas veces, como es bien sabido, de manera dramática. 

“Sometimes sharing is so easy / the future in a mill plate / hope is unbreakable” 

[Mali, Tabitongo, febrero 2010] Más detalles del proyecto: https://goo.gl/VgwjND

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