Murcia,
aparte de la costa, para los que no somos de aquí, sorprende por ser una región
relativamente montañosa, especialmente en el Noroeste, donde se sitúa Caravaca
de la Cruz que este año celebra su Año Jubilar. La basílica integrada en el
castillo fortaleza de la imagen conserva lo que, según la tradición, es un
trozo de madera de la cruz donde crucificaron a Jesús. Como tierra de frontera
durante décadas con el dominio andalusí de Granada la historia, ¿deberíamos de
decir leyenda? es muy linda y, como no podía ser de otra manera, sirve para
cimentar la historia posterior. La de los ganadores, que en este caso fueron
los cristianos.
Haber vivido en Medio Oriente durante una larga temporada le
vacuna a uno contra este tipo de historias (desde el prepucio del niño Jesús,
lo que tiene lógica, después de todo era judío y fue circuncidado, hasta la
leche de su madre María, las reliquias en la zona, extendidas después a toda
Europa con los cruzados son, por usar un vocablo tierno, pintorescas). La cruz
de Jesús, siempre en esa nebulosa de historia-tradición fue encontrada por
Santa Elena, la madre del emperador Constantino como unos 300 años después. Así
que en la espesa niebla que separa la erudición de la devoción, a cada cual de
creer o no creer. Todo esto, obviamente, no quita que la parte religiosa, para
los creyentes, tenga un enorme valor y como tal debe ser respetada. Pero como
este es un terreno proceloso, sujeto a emociones y sentimientos, casi mejor lo
dejo aquí. Dicho eso, la imagen está tomada desde un ultraligero.
Un amigo de
Yecla, gran mueblista ¿qué si no en la capital del Altiplano murciano?
aficionado a este tipo de aparatos me invitó, creo que fui bastante
inconsciente a “dar una vuelta”. Salimos de Yecla, atravesamos la Sierra de la
Pila, subimos por todo el río Segura, Molina, Cieza, Calasparra y allí, de
repente, en un día claro, estaba la bonita ciudad caravaqueña y la Basílica de
la Vera Cruz. Había mucha luz y la imagen no tiene contraste. Pero desde
arriba, apagó el motor a 2.000 metros y comenzamos a planear en absoluto
silencio, la panorámica del caserío se apreciaba en toda su belleza.
El casco
histórico con sus calles estrechas en torno a la basílica, la plaza de toros y
la curiosa edificación de basílica fortaleza, que conserva con tanta veneración
la reliquia. Por el otro, la vega que, con toda seguridad, es la herencia árabe
inestimable, como en tantas comarcas de Murcia. Poco después de tomar la foto,
mi amigo volvió a encender los motores y nos fuimos sobrevolando, camino de
Yecla, sobre las canteras de mármol que conforman una de las riquezas de
Caravaca.
“Above, within de air bubble / silence is everything / I hardly guess
the noise below”
[Caravaca, 1 diciembre 2007]
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